Ya conocemos que tenemos un
cuerpo físico, un traje para poder movernos y vivir en este Plano terrestre. Y
este cuerpo, una auténtica maravilla de la biología, no se mueve, alimenta,
crece gracias a los alimentos exógenos, tal y como nos enseñan, no sólo, su
alimento es un compendio de energías, cada una desde y para un Plano concreto,
y funciones diferentes pero complementarias, y todas tienden a la armonía
vibracional. Y todas estas vibraciones tienen como energía armonizadora a la
más primaria y densa, la energía Ching, la energía sexual. Esta vibración
sexual es la encargada de hacer vibrar en armonía a todas las demás,
evolutivamente, paso a paso. Es mucho más, porque además de su función
armonizadora y equilibradora, tiene una labor sanadora y placentera, como una
vía a la felicidad; no la única, pero si con gran importancia.
Para entender esto debemos
separar y comprender lo que la Sociedad patriarcal nos enseña y obliga a pensar: que el Sexo es un acto
físico, genital, momentáneo y que busca un placer muy intenso pero breve, muy
violento, compulsivo y eyaculatorio, y pese a realizarse –normalmente- entre
dos personas, siempre atrae la posesión, dominación y control de uno sobre el
otro.
Somos seres sexuados no –sólo-
en lo genital, lo más físico, sino que realmente, nuestra sexualidad es
transversal en todos nuestros Planos; es decir, tenemos sexualidad en lo
físico, mental, emocional, psíquico, astral y, por supuesto, en lo sexual.
Porque esta energía sexual primaria, Ching, es la creativa, la que permite
armonizar emociones con órganos, y las emociones internas con el entorno, y la
comunicación con todo lo exterior, interior y la pareja.
Por ello, el Sexo es sagrado.
Somos sexuales para gozar de nuestros cuerpos. Pero también lo somos para
crear, pensar, sentir, comunicar, soñar, caminar por la senda de la
espiritualidad.
La Sociedad patriarcal ha
conseguido ocultarnos esta realidad, mostrándonos exclusivamente una sexualidad
para el goce genital, físico, rápido, y, sin duda, más orientado al placer
masculino que el de la mujer. Y con ello, limitándonos de forma importante y
muy dañina, nuestra capacidad de sentir sexualmente, de que nuestra vibración
Ching haga correctamente su función, que la armonía y el equilibrio interplanos
del Ser sea efectivo. Con todo ello, el Patriarcado simplemente ha creado
personas enfermas, sin energía, sin deseo de vivir en plena consciencia y
ocultados bajo una máscara oscura de falta de conocimiento de su auténtica
realidad.
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